Por Dinorah Arceta
Del 1 al 3 de julio, la Ciudad de México fue sede de la III Conferencia Ministerial de Políticas Exteriores Feministas, un evento global que contó con la asistencia de más de 300 representantes de 40 países, 13 organismos Internacionales, y organizaciones de la sociedad civil. Como integrante de Walking the Talk y parte del movimiento feminista anti fronteras en México, tuve la oportunidad de asistir. En este blog les comparto mis reflexiones sobre el rol de la sociedad civil y la utilidad de la conferencia.
Persisten desafíos de accesibilidad y participación significativa de sociedad civil
Las feministas mexicanas no pudieron contribuir significativamente al diseño de la conferencia pues no se les incluyó en la selección de la metodología, temas de paneles, ni las acciones de participación de la sociedad civil. Semanas previas a la conferencia era incierto si integrantes de la sociedad civil mexicana interesadas podrían estar presentes en el evento. El acceso presencial al evento estuvo limitado a quien recibió invitación y no hubo apoyo económico. En el caso de algunas organizaciones mexicanas, estas recibieron invitación cinco días antes de la conferencia, lo cual dio muy poco margen para tener disponibilidad para asistir, buscar financiamiento para trasladarse y consultar a las personas a las que acompañan o dan servicios para desarrollar posicionamientos o propuestas. Esto resultó en que, aunque la Secretaría de Relaciones Exteriores reportó que alrededor de 100 personas integrantes de la sociedad civil internacional y nacional asistieron a la conferencia, hubiera poca presencia de organizaciones locales de México.
Para algunas activistas locales la conferencia resultó con poca accesibilidad pues se llevó a cabo en un lugar alejado de las periferias y con una metodología protocolaria. Cabe resaltar que, debido a la larga duración de la conferencia de tres días, resulta difícil para organizaciones que trabajan directamente con poblaciones históricamente discriminadas desatender su labor humanitaria y tomarse tantos días para las discusiones. Asimismo, el panel de sociedad civil llamado “Contribuciones de la Sociedad Civil a la implementación de Políticas Exteriores Feministas para un mejor mañana” tuvo un empalme con el panel de cooperación al desarrollo “De los foros y acuerdos al territorio: Política Exterior Feminista a través de la Cooperación Internacional para el Desarrollo con perspectiva feminista”. Esto resultó en que la audiencia tomadora de decisión optara por el segundo panel y se perdiera el panel protagónico de sociedad civil.
Pese a ello, resalta que algunos paneles fueron transmitidos en vivo y que en cada panel había participación multiactor/a donde se incluía a una integrante de sociedad civil o academia. También fue simbólico que a las integrantes de sociedad civil se les invitara a tomar asiento en la mesa durante su panel, pues en el resto de la programación tuvimos que estar sentadas atrás como espectadoras.
La política de la conferencia
Las personas delegadas de Estados, empresas y organismos internacionales aprovecharon para presumir sus buenas prácticas y éxitos en materia de género. También de sociedad civil dimos a conocer demandas específicas respecto a la PEF y recomendaciones como la necesidad de congruencia doméstica. En suma, en esta tercera conferencia ministerial PEF vimos que se sigue utilizando a la conferencia para conseguir liderazgo y reconocimiento internacional, pero no para acciones concretas.
Aun así, reconozco que la presidencia mexicana hizo bien en vincular el contexto de la Cumbre del Futuro con la conferencia PEF, de esta forma, se logró un objetivo de incidencia global más amplio para sumar interés a la PEF. El gran resultado fue la declaración y el policy brief sobre el Pacto del Futuro. Haciendo un análisis de la declaración, vemos que tuvo muy poca adherencia, sólo 19 de los 40 países asistentes la firmaron. Esto, pese a que el lenguaje del texto no es muy crítico, pues temas como derechos sexuales y reproductivos y militarización quedaron fuera. Esto da señales de que la agenda PEF continúa siendo promovida por los mismos países y cada vez hay más peligro de que disminuyan. Desde la sociedad civil, considero que debemos seguir monitoreando estos compromisos para que no se queden en papel.
La conferencia fue útil para encontrarnos y acuerparnos
Pese a las restricciones que mencioné anteriormente, algunas organizaciones feministas nacionales e internacionales estuvieron presentes en la conferencia. Tuvimos la oportunidad de conocernos en persona e intercambiar puntos de vista sobre la PEF durante los distintos paneles, pero también en las pausas y espacios de networking. Conversamos desde los distintos ámbitos en que la trabajamos y que comúnmente no son asociados con la PEF (por ejemplo, derechos sexuales y reproductivos, derechos de la diversidad sexual, acceso a la justicia, movilidad humana, etc.). También tuvimos la oportunidad de interactuar con personas tomadoras de decisión afines con quienes podremos forjar alianzas. Para las organizaciones de México y América Latina esto fue particularmente significativo ya que desde hace diez años que se adoptó la primera PEF hemos tenido poca presencia en las discusiones y toma de decisión de esta agenda.
Junto con otras colegas críticas de la PEF, lanzamos la Red Mexicana de Política Exterior Feminista utilizando el contexto mediático de la conferencia. Se trata de un grupo de académicas y activistas que buscan analizar e incidir en la formulación, diseño e implementación de la PEF en México. Queríamos evidenciar que la producción del conocimiento y práctica de la PEF no solo estaba en organizaciones del Norte Global y los Estados, y organizamos un evento paralelo por y para la sociedad civil feminista con apoyo de Walking the Talk, Oxfam y otros. De allí surgió el foro “Hacia una Política Exterior Feminista en America Latina y el Caribe” que contó con expertas de diversas latitudes que concluyeron que para que la PEF tenga éxito en la región ésta debe ser anticolonial, lo cual implica romper con las lógicas verticales de las relaciones internacionales. Además, se coincidió en que, por las condiciones de desigualdad de América Latina, los países que adoptaron PEF deben promover activamente una arquitectura financiera feminista, derechos sexuales y reproductivos y acceso a la justicia.
Acuerparnos es importante para romper con las fronteras y distancias territoriales creando una comunidad de apoyo. Organizaciones del mundo interesadas y trabajando en la PEF ahora estamos más conectadas y estoy segura que pronto se hará un frente común que impulse una PEF para todas, todos y todes.
De cara a la conferencia PEF en Francia
En conclusión, queda mucho por hacer para que las conferencias PEF sean de utilidad para las mujeres de a pie y la sociedad civil. La PEF y sus conferencias ministeriales deben ser el medio, pero no el fin para lograr la igualdad sustantiva. Desde la sociedad civil, considero que debemos seguir abogando por ser parte de la toma de decisión PEF ya sea con conferencia PEF o no. Espero que con la presidencia francesa vuelva a haber un impulso al trabajo con los feminismos pues parece que algunos países pierden ese ánimo.